Zapato aproximado de Ángel Zapata |
En Venezuela, tenemos un caricaturista —también pintor, escritor—, famoso, sobre todo, por sus «Zapatazos»: Pedro León Zapata. En la segunda página —creo equivocarme bien— del periódico El Nacional, junto al editorial, todavía dibuja esas caricaturas que parecen grabadas con las hormas de las piedras y, a saber, de esas piedras con puntería que aciertan en la virilidad de los gobiernos (de no ser por Zapata, quizá nunca hubiese pensado en una piedra como en un bonito calzado, muérete). ¡Vaya en la pedrada, el zapato, y en la piedra, el zapatazo!
Me imagino que por cosas del genere, Ángel Zapata siempre anda con tres zapatos: los dos de rigor y el del zapatazo (¿rimó?). Suele soltarlo en clases, así, inintencionadamente, como el pitcher, la bola, en un noveno con las bases llenas (no sé de dónde me salió metáfora tan deportiva) o como Don Juan, un chinazo (ni tan pajaril).
En adelante, me remitiré, entonces, a transcribir Zapatazos —ojalá pudiera dibujarlos; lo siento—, como este, tan ilustrativamente lascivo:
«Los textos literarios buscan el cuerpo del lector. Lo buscan para acariciarlo, para golpearlo, para angustiarlo. Lo único real ocurre en el cuerpo. Decía Barthes que cuando un texto murmura es porque no nos desea. El texto debe ser carnal».
¡Vaya en la pedrada, el zapato, y en la piedra, el zapatazo!
Aula roja, invierno de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario